Que en el siglo XXI siga siendo necesario defender en todas partes, una y otra vez, una premisa -una verdad- que es de sentido común, absoluta, universal y universalizable, y que deba hacerse en la nación supuestamente más "democrática" del planeta, dice mucho del mundo en el que vivimos. Lo dice todo. Y sí, los gobiernos en general y la clase política en particular son el reflejo de las sociedades que les votan. Al menos nos quedan las personas que les hacen frente con valentía y en voz alta y clara...
"Cada vez que se invoca la libertad religiosa se hace en nombre del fanatismo y la discriminación. Estoy harta de esto.
En esta sesión estoy experimentando una lucha interna sobre si responder o abordar esta cuestión como legisladora o desde la perspectiva de una mujer de fe. Porque no puedo... Es muy difícil sentarse aquí y escuchar esos argumentos fundamentados en la Biblia, la larga historia de este país utilizándolos, abusando de las Sagradas Escrituras como arma arrojadiza para justificar la intolerancia. Lo han hecho los supremacistas blancos, todos aquellos que justificaron la esclavitud, quienes lucharon contra la integración... Y seguimos viéndolo hoy.
A veces, especialmente desde este cuerpo [mujer hispana nacida en EEUU, hija de emigrantes portorriqueños], siento como si el mismísimo Jesucristo atravesara estas puertas para volver a decirnos lo que ya nos dijo hace miles de años. Que deberíamos amar a nuestro vecino y a nuestro enemigo, que deberíamos acoger al extranjero, que hemos de luchar por todos y cada uno de nosotros. Que es más fácil para un camello atravesar el ojo de una aguja que para un hombre rico alcanzar el reino de los cielos. Porque el hombre sería condenado por radical y rechazado a las puertas de ese reino.
Yo sé, y esto es parte de mi fe, que todas las personas son sagradas. Todas las personas son valiosas. Incondicionalmente. Y eso es lo que significa la fe y lo que nos impulsa a transformar. La incondicionalidad. No se trata de que dependa de nosotros o no amar a determinadas personas. Debemos amar a todas las personas.
No hay nada de sagrado en negar la asistencia sanitaria a un ser humano. No importa quién sea, su procedencia o su identidad. No hay nada de sagrado en cerrarle la puerta de un hospital. No hay nada de sagrado en separar a un niño de su familia. Y no hay nada sagrado en convertir en ley la discriminación.
Estoy cansada de los ataques y prejuicios contra ciertas comunidades en nombre de la fe. Porque la libertad religiosa sólo se está invocando en nombre del fanatismo y la discriminación. Estoy harta de esto. Mi fe me impele a tratar a este señor como sagrado porque lo es. Porque su vida es sagrada. Porque a nadie le puede ser negado nada a lo que yo tengo derecho. Somos iguales ante la ley y somos iguales, según la fe, a los ojos del mundo.
Por eso tengo que decir esto ahora, porque es sumamente inquietante, ya no sólo lo que está ocurriendo aquí, sino también lo que esta administración [Trump] está promoviendo: la idea de que la religión y la fe justifican la exclusión. No tenemos derecho. No tenemos derecho a negar la asistencia médica. Lo que está en nuestras manos y es nuestra obligación es alimentar al hambriento, vestir al pobre, proteger a los niños y amar a todas las personas como a nosotros mismos."
(Alexandria Ocasio-Cortez)
[traducción propia]
En esta sesión estoy experimentando una lucha interna sobre si responder o abordar esta cuestión como legisladora o desde la perspectiva de una mujer de fe. Porque no puedo... Es muy difícil sentarse aquí y escuchar esos argumentos fundamentados en la Biblia, la larga historia de este país utilizándolos, abusando de las Sagradas Escrituras como arma arrojadiza para justificar la intolerancia. Lo han hecho los supremacistas blancos, todos aquellos que justificaron la esclavitud, quienes lucharon contra la integración... Y seguimos viéndolo hoy.
A veces, especialmente desde este cuerpo [mujer hispana nacida en EEUU, hija de emigrantes portorriqueños], siento como si el mismísimo Jesucristo atravesara estas puertas para volver a decirnos lo que ya nos dijo hace miles de años. Que deberíamos amar a nuestro vecino y a nuestro enemigo, que deberíamos acoger al extranjero, que hemos de luchar por todos y cada uno de nosotros. Que es más fácil para un camello atravesar el ojo de una aguja que para un hombre rico alcanzar el reino de los cielos. Porque el hombre sería condenado por radical y rechazado a las puertas de ese reino.
Yo sé, y esto es parte de mi fe, que todas las personas son sagradas. Todas las personas son valiosas. Incondicionalmente. Y eso es lo que significa la fe y lo que nos impulsa a transformar. La incondicionalidad. No se trata de que dependa de nosotros o no amar a determinadas personas. Debemos amar a todas las personas.
No hay nada de sagrado en negar la asistencia sanitaria a un ser humano. No importa quién sea, su procedencia o su identidad. No hay nada de sagrado en cerrarle la puerta de un hospital. No hay nada de sagrado en separar a un niño de su familia. Y no hay nada sagrado en convertir en ley la discriminación.
Estoy cansada de los ataques y prejuicios contra ciertas comunidades en nombre de la fe. Porque la libertad religiosa sólo se está invocando en nombre del fanatismo y la discriminación. Estoy harta de esto. Mi fe me impele a tratar a este señor como sagrado porque lo es. Porque su vida es sagrada. Porque a nadie le puede ser negado nada a lo que yo tengo derecho. Somos iguales ante la ley y somos iguales, según la fe, a los ojos del mundo.
Por eso tengo que decir esto ahora, porque es sumamente inquietante, ya no sólo lo que está ocurriendo aquí, sino también lo que esta administración [Trump] está promoviendo: la idea de que la religión y la fe justifican la exclusión. No tenemos derecho. No tenemos derecho a negar la asistencia médica. Lo que está en nuestras manos y es nuestra obligación es alimentar al hambriento, vestir al pobre, proteger a los niños y amar a todas las personas como a nosotros mismos."
(Alexandria Ocasio-Cortez)
[traducción propia]
Fuente - Colorblind Christians