"Se producirán algunos pequeños cambios. Habrá una pequeña dosis de proteccionismo con una cierta reubicación de las farmacéuticas, un cambio en las reglas monetarias de Europa e incluso un relativo retorno al intervencionismo estatal. Sin embargo, la renuncia a las políticas neoliberales, que solo podemos acoger con satisfacción, corre el riesgo de ser solo temporal. La necesaria ‘metanoia’, el cuestionamiento de los fundamentos de nuestras sociedades, queda por hacer. El cortoplacismo seguirá prevaleciendo. La renuncia a la religión de la economía y el crecimiento no está todavía en la agenda. Es poco probable que la pandemia sea suficiente para superar la inercia de un sistema que combina los intereses de los poderosos con la complicidad pasiva de sus víctimas. ¿Y si hubiera un colapso de la economía mundial? No es imposible, pero es poco probable. Los gobiernos han aprendido ya varias lecciones. Son capaces de intervenir en los mercados. Mantengamos viva la nostalgia, sin embargo, para alimentar la esperanza del necesario cambio radical que conlleva el proyecto de decrecimiento."
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