Entre infierno e infierno, este verano he revisitado Mérida, por placer y por deber. Es imperativo buscar oasis significativos (no es redundancia), donde y como sea. En el teatro romano, durante el día, a veces puedes presenciar los ensayos de los artistas que luego protagonizan los maravillosos espectáculos teatrales nocturnos. Me senté en el cuneus ancestral, en un trocito de sombra a unos 40ºC, para ver el ensayo de los bailarines y actores, los mismos que por la noche, vestidos de mágico trance por fuera y por dentro, ofrecieron una representación emocionante y deliciosa.
En ese ensayo de una aflamencada Ariadna conocí a cierta mujer griega con la que entablé conversación desde el principio. Llevaba un tatuaje en el cual se había utilizado una tinta elaborada, entre otros ingredientes, con las cenizas de un ser querido. Mientras me mostraba el resultado (agapantos color violeta con tonos oscuros), extrañamente hermoso, aseguró que desde el momento en que se lo hicieron, se siente diferente. En el buen sentido. Por favor, olvidaos de reminiscencias siniestras de X-Files. Utilizó una palabra que personalmente traduciría como "confortada" (el griego es sinuoso y profundo, el inglés le resta exactitud y trascendencia... y acaba estropeándolo todo con su prosaicidad).
La conversación transcurrió en inglés, salvo esa palabra: Παρηγορημένος (parigoriménos). No controlo el griego moderno, tiendo al clásico, que casi es otro idioma en cuanto a significados y sentidos. ¿Alguien me ofrece una traducción más precisa? Ella se refería más a un confort espiritual que físico, por aquello de la doble vertiente del término.
La que escribe es escéptica en extremo, por experiencia y por conocimiento del ser humano. Tras escucharle atenta, me quedé en silencio, mirándola. Me preguntó qué pensaba. Desde el respeto y la delicadeza, medio-elaboré una respuesta en la que, resumiendo mucho aquí, le hice partícipe de mi escepticismo y de la creencia firme en que todo lo espiritual es pura autosugestión, no la verdad de lo que sucede, de lo que nos ha sucedido o de lo que sucederá. Pero que aún así, todos podemos "padecerla", nadie escapa. Ni siquiera una escéptica extrema. A cada cual le sirve lo que le sirve. Le dije que me alegraba de que eso le sirviera a ella. Y, focalizando en nuestro dolor común (del que le hice partícipe más tarde), que cada cual vive y experimenta el duelo y la tristeza a su modo y manera, utilizando los recursos que cree o sabe que más y/o mejor le ayudan o pueden ayudarle a continuar, que no a resolverlo. El dolor y la tristeza son irresolubles e indisolubles.
Ella cree que el tatuaje con las cenizas de su ser querido puede confortarle. Se siente confortada. A mí me conforta la conversación sobre el tatuaje. Subrayo "cree" y "puede" para las dos. Lo demás es secundario. ¿O no? Yo tengo una compañera agapornis con la que hablo siempre, sobre todo del dolor. ¡Agape otra vez! Todo tiene que ver con el amor, parece ser.
En fin, acabo. Y me apetece acabar con ese giro un tanto truculento: ¿Tú te harías un tatuaje o "similar" con las cenizas o "algoasí" de un ser querido? ¿Qué te funciona a ti, lector/a? ¿Crees que la autosugestión hace su trabajo para bien? ¿Tienes algo que contarme? (Si es truculento, mejor). ¿...?
Montaje de elaboración propia a partir del cartel del
Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida 2022
"Se paciente y duro; algún día este dolor te será útil"
(Ovidio)